El fatalismo, el destino predeterminado que se abate sobre los hombres recorre con fuerza los seis relatos que conforman ‘Cada lunes de agua’ de Juan Montiel siendo uno de ellos ‘Todas las tardes había fiesta’ con el que Montiel se ha llevado el prestigioso Premio Ignacio Aldecoa de este año.
El jurado ha considerado que la colección ganadora conforma un libro de relatos clásico «en el mejor sentido de la palabra, que lleva al lector a situaciones límite y a parajes raros de los que nos se vuelve. La soledad, la locura o el deseo están aquí tratados con hondura, solvencia narrativa y belleza».
Son relatos duros, escritos con una prosa precisa, cortante, desnuda, como lo están los protagonistas de cada historia, desprovistos de ropaje vital ante la fuerza del destino que marca sus vidas.
Estremecedor el primer relato ‘Ardides de Caín’ donde el futuro se levanta de forma cruel sobre los asesinatos de los padres de la pareja protagonista…