Pulir
Aunque Rajoy, Chenoa y Felipe IV surjan en sus fantasías con trazo de boli o rotulador rosa, el reino de Nacho García no es de este mundo. Tal vez por eso se empeña en redibujar y pulir sin descanso sus chistes, sus tebeos, sus retratos, sin darse cuenta de que, para el resto de nosotros, ya han alcanzado algo muy parecido a la perfección. Su mundo es un mundo de chándal y juguete viejo, de cuerpos retorcidos y dichosos como el plástico, frágiles y poliédricos como un cristal. Su mundo no es el nuestro, por eso nos hace sentir culpables al contemplar la inocencia de quien solo aspira a la belleza, de quien pule la realidad hasta despojarla de la mugre de los hombres. Nacho ha tomado el temor de Dios y lo ha convertido en arte.
El tío Berni
Pulir es en esencia un tebeo, porque no se puede negar que es fundamentalmente narrativo. Que la entraña de lo que cuenta a base de línea delicda y humor desgarrado sea poesía costumbrista, reflexión existencial, crónica contemporánea, desparrame naif o digresión arty es ya más opinable porque, por fortuna, Pulir no es evidente.
Mauro Entrialgo
Bendito sea Dios. De manera casi azarosa, hemos conseguido reunir un puñado de folios dispersos de Nacho García y hacerlos verbo. Pulir es una muestra del trabajo más hedonista, histriónico, pretencioso y meticulosamente planeado de Nacho García. Si quiere usted que sea un libro de arte contemporáneo, lo es; si quiere usted que sea un libro de humor, lo es también; puede, incluso, ser su libro de autoayuda de cabecera, si así lo prefiere. Una vez que hemos condenado a nuestra propia especie, una vez que el Arte ha demostrado que es incapaz de salvarnos, solo podemos recurrir a lo idiota, a lo fútil o a lo desconocido para evocar un tiempo en el que todo parecía más fácil, en el que no sabíamos qué hacíamos ni por qué lo hacíamos, pero en el que nada de todo eso hacía falta para sentir el contento de vivir. Nacho lleva tiempo invocando la paz, el orden, el amor y la alegría en sus miles de páginas garabateadas. A decir suyo, no sabe cómo hacerlo, pero sabe hacerlo bien, porque posee un gran poder: el de quien no se lo propone, el de quien simplemente no sabe hacer otra cosa en la vida. En realidad, Nacho no tiene ni idea de qué diablos hace cuando dibuja, pero lo hace. Y la gente ríe cuando lo ve. Y entonces él se pone contento, y dibuja más. Y parece que algo hay.
Los primeros 100 ejemplares se acompañan de un exlibris firmado y numerado por el autor para esta edición. El exlibris se añadirá gratuitamente a tu carrito al comprar el libro mientras haya existencias.
Agotado