Me gustas mucho, Bendik Kaltenborn
Los personajes de Bendik Kaltenborn (Oslo, 1980) parecen vivir un eterno redescubrimiento de sí mismos y de lo que les rodea. Seres anónimos de clase media, ricachones lúbricos, hombres de negocios, skaters y jubilados se enfrentan al mundo con la inocencia de los niños y la furia de mil dragones para decirnos que el absurdo de nuestra existencia está ahí, lo queramos o no, y que merece la pena de ser vivido. Kaltenborn nos divierte locamente y no es raro porque él mismo lo pasa cañón poniendo la casa patas arriba. No tiene ningún problema en fingirse idiota mientras nos maravilla con un mundo colorido, en eterno movimiento, para engarzar unos tebeos son puro slapstick metafísico. Menos desatado y, sin embargo, más caleidoscópico que Ojalá que te vaya bonito, Me gustas mucho conduce su estilo ágil y mutante por derroteros indómitos, del esbozo fanzinero al cartelismo o a la gestualidad de los clásicos más dinámicos y expresivos de la historia tebeil, en un festival visual y narrativo que solo puede provenir de alguien que maneja numerosas referencias pero que es al tiempo netamente original.
En los últimos tiempos crece el reconocimiento internacional, en gran medida debido a sus trabajos de ilustración para The New Yorker, The New York Times, The Washington Post o Google y a sus colaboraciones con el dj, musico y productor Todd Terje. Pero es en la plena libertad de estas páginas donde Bendik K. se muestra como lo más parecido a un clásico moderno.