Frank

Tras varias décadas “viendo cosas”, Jim Woodring ha conseguido engendrar un mundo que vincula el vitriolo infantil con el horror más grotesco e imprevisible.

Frank nos brinda sus retablos de ternura y degollina, amor y traición, felicidad y terror, cuidadosamente envueltos, como si fueran chucherías de otro mundo.

Frank te transportará a otro mundo, desplazará tu conciencia y reprogramará tu mente. Es más barato que la realidad virtual, más seguro que la droga, más divertido que dormir.

Woodring hace estas ficciones mudas como un desafío a sí mismo (es como escribir una novela sin la letra ‘e’, asegura) y, lo que es más importante, como un modo de burlar la moneda de cambio cultural. La ausencia de lenguaje mantiene sus historietas imperecederas y universales. Casi es una lástima, ya que la prosa de Woodring sigue siendo una de las más notables del cómic.

Las historias de Jim Woodring consiguen a través de quién sabe qué ocultos mecanismos, resultar a un tiempo angustiosamente diferentas y secretamente familiares. El efecto no se diferencia mucho de abrir un libro nuevo para encontrarse en él la crónica ilustrada de un sueño que tuviste a los cinco años y jamás contaste a nadie. Críptico y fascinante, el trabajo de Woodring evoca el sentido de algo importante y olvidado. Fácilmente, el talento más hipnótico que ha llegado al cómic en muchos años.

Frank, y digo esto sin exagerar un ápice, es un trabajo de verdadero genio a cargo de uno de los grandes de todos los tiempos.